Exportar sienta bien a la balanza de pagos ¿Y a las empresas?

Hasta hace bien poco, eran muy pocas las empresas españolas que salían a vender al extranjero. De hecho, convivíamos con una "tradición" de déficit en la balanza de pagos sin que nos preocupara en exceso.

Sabemos que tenemos deficiencia energética crónica. Está asumido. Aunque evidentemente no es la única razón por la que nuestras importaciones hayan sido siempre mayores que exportaciones. Ya hemos visto varios motivos de por qué en España hemos sido más de quedarnos en nuestra tierra, con nuestro clima estupendo y esa spanish way of living de la que nos sentimos tan orgullosos.

Sin embargo, tan pronto apareció la crisis en nuestras vidas empezó a cambiar nuestro enfoque. Nos lanzamos a buscar nuevos mercados internacionales para nuestros productos y comenzó esta fiebre exportadora. Por primera vez en mucho tiempo, estamos obteniendo datos positivos en cuanto al déficit. No quiere decir que lo hayamos superado, ojalá, sino que lo estamos ajustando. Se puede apreciar claramente esta corrección en los datos que ofrece el Banco de España.

Fuente del gráfico: Banco de España y SGACPE en www.meh.es

Según la información publicada por esta entidad a principios de año, las exportaciones aumentaron en un 10,1% interanual frente al 6,8% de las importaciones en enero de 2013. El déficit de la balanza comercial se situó en los 2.856,9 millones de euros, frente a los 3.202,7 millones en la misma fecha de 2012 y los 5.376,5 millones de euros en 2011. Así que se prevé que continúe esta tendencia a acortar distancias.

En cuanto a la balanza de servicios, nuestro "punto fuerte", el superávit se situó en los 2.745,9 millones de euros, unos 400 millones más que el año anterior. Casi casi, lo comido por lo servido.

Aún faltan unos cuantos puntos para alcanzar el sano equilibrio, pero ya queda menos para llegar a tener unas cuotas saludables. Y son datos muy positivos si tenemos en cuenta que España tiene mejores datos de crecimiento en exportaciones que otros países europeos. Quizás ahora sean ellos quienes se mantienen gracias al mercado doméstico. Y nosotros, ahora miramos más allá de Europa, del atlántico o de donde sea que haya que mirar para vender algo.

Fuente de la imagen: Potential Pyme

A nivel macroeconómico, es de manual. Pero ¿están dispuestas las empresas a aprovechar las ventajas de internacionalizarse? ¿O sólo queremos vender fuera para sobrevivir?

Para mí, es una evolución natural: es el momento de cambiar de mentalidad. Ser internacional no significa vender fuera de la Unión Europea, significa haberse desarrollado lo suficiente para poder competir a nivel internacional. Entender que se trata de una estrategia empresarial, no comercial.

• Se trata de diversificar mercados. Aquello de no poner todos los huevos en la misma cesta. Ya hemos comprobado que luego la cesta se cae y nos quedamos sin tortilla unos cuantos años.
  
• La internacionalización produce y a la vez conlleva un proceso de optimización empresarial. Se trata de exportar para crecer y crecer para exportar (como bien explica ese artículo). En resumidas cuentas, internacionalizarse obliga a realizar un cierto compromiso de competitividad: hay que poder asumir los costes derivados de la exportación (logística, aduanas...), mejorar procesos y abaratar costes para ofrecer los productos que permitan un precio final lógico para el cliente, etc. etc. Pero también se favorece la economía de escala. Y una vez aprendido este proceso "de ida", se incorpora también "de vuelta": podremos encontrar proveedores más baratos y a la vez economizar la producción... Y vuelta a empezar.
  
• Implica aprendizaje y mejora del know-how de la empresa. Puede que el nuevo mercado extranjero sea más exigente en cuanto a calidad o exija algún nuevo tipo de certificaciones. O simplemente que demande un nuevo modelo. Sin duda, habrá que adaptarse y desarrollar nuevos requisitos, aunque sea algo tan simple como un nuevo color. Ya lo habremos aprendido y podremos extrapolarlo a cualquier mercado, nacional o internacional.

¿Qué otras ventajas encontráis a realizar un proceso de internacionalización integral?