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¿Echo las botas de agua en mi plan de internacionalización?

Estamos de acuerdo en que exportar es una vía de crecimiento "de manual". Ahora que las empresas se mueven más (y más lejos) para encontrar clientes, las estadísticas muestran que la internacionalización está siendo como un madero en la deriva para el tejido empresarial español.Y en España, estamos viviendo una fiebre de la exportación.

Sin embargo, no hay que dejarse llevar por este océano de posibilidades. El mundo puede ser nuestro mercado, pero sólo si somos capaces de gestionar nuestras líneas de negocio con un plus de dificultad: diferente cultura , idioma, fiscalidad... Implica barreras específicas para la persona y para el negocio. Esto, cuando internacionalizarse  no requiera adaptar nuestro producto o nuestra estructura empresarial. Porque embarcarse en un proyecto de internacionalización no es simplemente vender en otro país, sino que implica una buena planificación estratégica. Y para eso, hay que preparar una buena maleta de recursos antes de dar el gran salto.
Me lo recordó hace poco una conocida, que había vuelto a España después de emprender una aventura empresarial en Brasil. Sabía que era una persona llena de energía, competente y que ya tenía cierto contacto profesional con el país. ¿Qué pudo "torcerse" hasta el punto de decidir deshacer el proyecto?

Uno de los motivos que daba, fue que se había dejado llevar por los datos. Se sintió atraída por la información sobre el crecimiento del país y la necesidad de profesionales con un perfil tecnológico. Reconocía no haberse parado a estudiar la burocracia del país con la suficiente atención. Y claro, Brasil tiene una economía bastante compleja, tirando a proteccionista en este sentido.

Aprendió que lo de "internacional" es un adjetivo que conlleva mucho esfuerzo más allá de una mera diferencia idiomática. Supone un gran trabajo previo antes de abrir negocio en el lugar de destino. Y declaraba que había aprendido la lección. Se volvería a marchar, a ese u otro país, pero haciendo las cosas de otra manera.

Y es que igual que preparamos una maleta de ropa cuando vamos de viaje, deberíamos preparar una maleta de recursos cuando preparamos un plan de internacionalización. No es lo mismo viajar a Tailandia que a Vigo. Sobre todo, en lo que respecta a los "porsiacasos": ¿Me llevo las botas de agua "por si llueve"?. Igual que para nuestras vacaciones nos informaríamos de si será época de monzones o cuánto dinero efectivo conviene cambiar a la moneda local.

A nivel empresarial, ahorraremos tiempo y dinero si evitamos tomar decisiones basándonos en que hablen bien de cierto destino o porque hayamos tenido alguna demanda de información. Hay que enfocarse y seleccionar los países con más oportunidades y menos barreras para nuestro modelo de negocio. Estudiar en profundidad nuestra elección y valorar el coste económico y estructural que pueda tener introducirse en ese nuevo mercado. Y prevenir en la medida de lo posible qué podemos encontrarnos al desembarcar.

De los errores se aprende. Y preparando a conciencia nuestra maleta, no evitaremos enfrentarnos a las mismas tormentas cuando salgamos fuera. Pero al menos habremos llevado las mejores botas de agua que tengamos para continuar nuestro camino.

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