Foto: Corbis Images (vía El país) |
La apuesta de este verano me ha ayudado a asimilar este "todo a la vez no se puede", y a comprobar que el paralelismo es aplicable tanto a personas como a empresas. Una de las "costumbres" con las que más nos ha costado lidiar ha sido que se tiende a confundir la internacionalización con vender en muchos países. ¿A alguien le es familiar este planteamiento?
Resulta tentador poder decir que la empresa está presente en más de veinte países... o que sus productos gustan tanto a tailandeses como a suizos. Pero conviene pararse a pensar en qué aporta estar en muchos lugares muy, muy lejanos, si entre todos no igualan o superan los beneficios que genera por sí mismo el mercado de origen. ¿El "picoteo" ayuda a alcanzar nuestros objetivos? ¿es posible atender y desarrollar todos esos destinos a la vez?. Igual que ocurre con las personas multitarea, las empresas multimercado que dispersan sus capacidades, son menos eficaces en cada uno de ellos. Al menos cuando existen recursos limitados, que suele ser casi siempre.
El tiempo y el presupuesto necesarios en cada nuevo mercado extranjero, son recursos muy valiosos. Por eso tan importante es elegir dónde vamos, como de dónde nos retiramos o directamente, ni nos planteamos. Recordemos esa filosofía de Emilio Botín y su banco focalizado, con presencia efectiva en sólo 10 países a nivel mundial Al concentrar nuestros esfuerzos, según la capacidad de la empresa en cada momento, sus ventajas y debilidades, ayudaremos a mejorar los resultados.
Por eso entre mis nuevos propósitos para septiembre ya he incluido el de la focalización. Estudiar y distinguir en qué cesta poner el esfuerzo en cada momento me dio buenos resultados y siguiendo esa filosofía, espero que ayudáramos a una empresa a mejorar su estrategia de internacionalización. Ya iré compartiendo reflexiones, porque para eso seguimos aquí alimentando este blog con nuevos aprendizajes.
A todos, ¡feliz vuelta!
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